La crisis dentro de la crisis: los movimientos populares en la primera línea de batalla contra el COVID-19

La pandemia expuso los altos niveles de desigualdad que existen en nuestro país. La crisis sanitaria afectó a toda la población, pero indudablemente con mucha más dureza a los sectores populares que ya estaban viviendo una crisis socioeconómica producto del período neoliberal.

Cumplir con la cuarentena obligatoria fue doblemente difícil para los sectores populares. Por un lado, sus ingresos, en la mayoría de los casos, dependen del trabajo del día a día. Si no se puede salir a trabajar, no hay dinero, ni siquiera para garantizar el alimento. Pero por otro lado, la imposibilidad en los barrios populares de cumplir con la consigna “quedate en tu casa”, porque de los 4.416 barrios populares que hay en Argentina, más del 70% no tiene acceso formal a los servicios básicos como agua, luz, cloacas y millones de familias viven en situación de hacinamiento. Si alguien de la familia se contagiaba de covid-19, era muy difícil que el resto de los miembros de la familia no se contagiara.

La tarea de los movimientos populares durante ese periodo de 2020 fue fundamental. Fundamentalmente las mujeres, las trabajadoras sociocomunitarias, estuvieron en la primera línea de batalla, arriesgando su salud para sostener las ollas populares y alimentar a barrios completos. Solamente en el comedor que funciona en Constitución (Pedro Echagüe 1265), se entregaban 6.000 raciones de comida por día.

En los primeros meses de la cuarentena, creció exponencialmente la demanda de alimentos. El Estado demoraba en poder cumplir con la entrega, entonces nos organizamos para conseguir donaciones. Las cocineras, por su parte, hicieron magia en cada olla para que ninguna familia se quedara sin el pan. Además, conseguimos donaciones de lavandina y elementos de limpieza, para poder mantener los cuidados y la desinfección en cada uno de los espacios comunitarios. También nos organizamos para producir nuestro propio sanitizante.

Las familias agricultoras continuaron trabajando en la producción de alimentos. Los costureros y costureras confeccionaron tapabocas y kits sanitarios para el personal de salud. Los cartoneros y cartoneras lucharon para que su trabajo de reciclado sea considerado esencial y desarrollaron protocolos para poder volver a trabajar.

Perdimos a muchos compañeros y compañeras en esta primera línea de batalla, que dieron la vida trabajando y luchando por una Patria más justa, con la convicción de que Nadie se Salva Solo.